El método más popular hasta la fecha es la bolsa. Se trata de invertir en las grandes corporaciones, ligando nuestra rentabilidad a la gestión y beneficios que anuncie dicha compañía. Son inversiones que pueden implicar un gran riesgo, para ello es habitual recurrir a brokers que se encarguen de gestionar nuestros fondos. En un mercado mundial tan volátil, esta opción puede reportarnos unos grandes ingresos o hacer que perdamos buena parte de lo invertido.
También han ganado mucha fuerza fondos más novedosos, como el ámbito del Forex, un sistema de inversión similar a la bolsa pero con un riesgo menor, invirtiendo paquetes más pequeños de dinero de modo que no llegamos, en muchos casos, ni siquiera a convertirnos en accionistas.
Por último, está la inversión en material de gran cotización, como el oro o la plata. Es el primero el que mayor importancia ha ganado en los últimos años, gracias a su crecimiento ante la demanda superior por asegurar los fondos de las inversiones. Existen empresas que nos ofrecen lingotes de diferentes tamaños que podremos guardar y esperar que su valor crezca para venderlo en el momento más oportuno. La ventaja que tiene es que su valor no cambia de un modo tan rápido como otros valores más inestables.